Discute como una experta: el arte de preparar el ring… sin guantes de boxeo
Ahora que ya sabes que las discusiones pueden ser un espejo, ¿qué tal si te preparas para mirarte en él sin miedo? Porque, seamos sinceras, muchas veces nos lanzamos a discutir como quien se tira a la piscina… sin comprobar si hay agua.
El arte de prepararse antes de una discusión
Antes de empezar una conversación difícil, te propongo un pequeño ritual: la “Técnica del Escáner”. Cierra los ojos un momento y haz un repaso mental de tu cuerpo…
¿Notas los hombros tensos?
¿La respiración acelerada?
¿Qué ves cuando discutes? Mejora tu comunicación en pareja.
Identifica qué emoción predomina en ti (ira, frustración, tristeza…). Solo con reconocerlo, ya estás dando el primer paso para no dejarte arrastrar por el tsunami emocional.
Respira hondo, regula esa emoción y, cuando te sientas más tranquila, entonces sí, lánzate a hablar.
Cinco preguntas para no discutir a ciegas
Y no sólo importa cómo te sientes, sino también cómo, cuándo y dónde vas a hablar. Antes de sacar el tema, pregúntate:

— ¿Cómo lo voy a decir? (¿Voy a soltarlo a bocajarro o puedo cuidar el tono y el lenguaje corporal?)
— ¿Cuándo es el mejor momento? (¿Justo al llegar del trabajo, o mejor cuando estemos más relajados?)
— ¿Dónde será más cómodo? (¿En la cocina, en el sofá, dando un paseo?)
— ¿Qué puntos quiero tratar de verdad?
— ¿Para qué quiero hablar de esto? (¿Busco desahogarme, encontrar una solución, sentirme escuchada?)
Preparar el terreno así puede marcar la diferencia entre una discusión que acaba en guerra y una conversación que os acerque. Y si te animas, puedes practicar transformar críticas en quejas constructivas. No es lo mismo decir “¡Eres un desastre, nunca recoges nada!” que “Me frustra ver los platos en la mesa, ¿puedes ponerlos en el fregadero después de comer?”. Parece magia, pero funciona.
Por último, no olvides la escucha activa: deja que tu pareja hable, parafrasea lo que ha dicho para asegurarte de que lo has entendido y valida sus sentimientos, aunque no estés de acuerdo. A veces, solo con sentirnos escuchados, ya bajamos la guardia.
Prepararse para discutir no es de cobardes, es de valientes que quieren cuidar su relación. Así que la próxima vez que notes que se avecina tormenta, haz tu escáner, elige bien el momento y el lugar, y recuerda: discutir bien también se entrena.